Durante estos tiempos tenemos que enfrentarnos a una serie de palabras que no habíamos escuchado antes.Me refiero a este tema porque a diario recibimos noticias alarmantes, muchas veces sin sustento.
Es una tarea difícil obtener información confiable incluso desde publicaciones “serias”. La información habitualmente es ambigua.En base a esa información ambigua las autoridades diseñan los protocolos de cuidado.Las cinco palabras son “no existe evidencia que sugiera” y son peligrosas por algunos aspectos que quiero comentar:
Ejemplos:
“No existe evidencia que la hospitalización de personas quienes tiene muy bajos los latidos de su corazón disminuya la mortalidad”.
Otro ejemplo…
“No existe evidencia que transportar a un enfermo con sangrado gastrointestinal agudo en una ambulancia contra transportarlo en un taxi disminuya la mortalidad prehospitalaria”.
Otro…
“No existe evidencia que sugiera que mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar frente a cruzar la calle sin ver disminuya las fatalidades”.
Todas estas declaraciones son absurdas, pero son técnicamente correctas, en cada caso estas hipótesis no han sido testeadas adecuadamente y por lo tanto no existe evidencia que sugiera lo contrario.
Considerándose evidencia aquella hipótesis que es probada en un estudio con suficiente poder.
“No existe evidencia que sugiera” es un mantra de muchos practicantes de la Medicina Basada en Evidencia (EBM) en una amplia variedad de escenarios e infrecuentemente está seguida por un aforismo que aclara “la ausencia de evidencia no es evidencia de la ausencia”.
Podemos decidir no intervenir cuando no hay evidencia que sugiera un beneficio o hacerlo a pesar de que “no hay evidencia que sugiera” si el beneficio es sugerido por experiencias subjetivas.
Esto probablemente es lo correcto, sin embargo, muchos médicos e instituciones toman decisiones centradas en los pacientes cada día sin evidencia de alta calidad y estas decisiones no son siempre equivocadas. Podría utilizarse frases como “la evidencia científica no es concluyente o es insuficiente y no conocemos que es lo mejor” o “la evidencia es insuficiente pero mi experiencia y la de otros sugiere” pero no, la frase “No existe evidencia que sugiera” crea un marco ambiguo para las decisiones subsiguientes que toman médicos y otras partes interesadas y pueden hacer ignorar la intuición o el cúmulo de experiencias consientes e inconscientes en favor de una certeza objetiva.
Este podría ser un problema para los médicos exclusivamente, pero podría llegar a afectarnos a todos.
A pesar de que esto parece “conspiración” voy poner un par de ejemplos: hace poco se disparó una alarma por redes sociales que advertía que el uso de ciertos medicamentos para tratar la hipertensión arterial podrían poner en riesgo o hacer más susceptibles a los usuarios de padecer Neumonía por COVID19 o que al adquirirla, esta fuera más grave, debido a que estos medicamentos aumentan la expresión de los receptores que usa el virus para ingresar al organismo.
Casi al mismo tiempo los médicos de todo el mundo fueron bombardeados por una enorme cantidad de publicaciones respaldada por sociedades científicas de todo el mundo que referían que “no hay evidencia que sugiera que el uso de tales fármacos fuera contraproducente” y sugería que no debería suspenderse esos tratamientos ni buscarse otras alternativas.
Aquí se utiliza el argumento de la falta de evidencia para asegurar lo contrario y sugerir que los médicos sigan usando estos productos, pero veamos un poco más allá…
Hay aproximadamente 1500 millones de hipertensos en el mundo y todos ellos toman como único tratamiento o como tratamiento asociado este tipo de fármacos, imaginen ustedes cuanto reportan estos medicamentos en términos económicos. Todos los que somos hipertensos y todos los hipertensos que ustedes conocen toman este tipo de productos.
Los niños son particularmente menos susceptibles a padecer de infecciones por COVID19, esto ocurre porque ellos expresan en menor cantidad estos receptores en la mucosa nasal, que son los que utiliza el virus para entrar al organismo, lo contrario ocurre con los hombres que tienen una mayor concentración de estos receptores y son entones los más afectados.
Los estudios a los que se hace referencia para apoyar el concepto de que “no existe evidencia que sugiera” se han hecho en pacientes con insuficiencia cardiaca en quienes se observó que no existía un aumento significativo de la enzima que utiliza ese receptor (ACE 2) en la sangre, pero no se sabe acerca de los receptores en los tejidos, menos aún en pacientes infectados con COVID19.
Si usamos la intuición o asociación: ¿Que podría pasar si nosotros usamos un medicamento que conocemos podría aumentar estos receptores?
Un ejemplo para ver como puede trabajar la industria farmacéutica:
Hace muchos años se está buscando un medicamento que reemplace las inyecciones con insulina y desde hace muchos años también se han estado buscando vías alternativas de administración (nasal o inhalada).
Muchas iniciativas pueden terminar cuando las multinacionales que manejan el negocio compran las patentes de las otras opciones y bloquean su uso hasta rotar su infraestructura.
Solo imaginen las pérdidas que significarían a escala global el que un 25% de los usuarios de inyecciones de insulina giraran hacia otra opción durante por ejemplo 4 semanas. Créanme que comprar la patente es un gasto extremadamente pequeño comparado con las pérdidas que significarían el desaprovechar ese porcentaje de usuarios por 28 días incluso en el supuesto de que luego de pasado ese periodo de prueba se regresase al medicamento original.
Ahora vivimos en la incertidumbre, cada día cambian las recomendaciones, pero mientras tanto compramos pediluvios, túneles de desinfección, guantes y galones y galones de desinfectantes para las ciudades.
Mientras llega la vacuna milagrosa tenemos igual que salir a la calle.
Me pregunto: me sirve comprar la mascarilla más costosa si la reuso durante 1 semana o me sirve si rocío alcohol en una superficie inanimada con un spray, cuando según creo se necesita una exposición de al menos 1 minuto al alcohol para inactivar el virus, no sé en verdad si un rápido duchazo lo afecte, pregunto: si rocío alcohol con un spray, este permanece 1 minuto sobre la superficie antes de evaporarse? tal vez la protección sea porque a pesar de que se ha demostrado la presencia viral en estas superficies inanimadas lo que se detecta son fragmentos virales, que no son virus infectantes. Además no se han encontrado datos de trasmisibilidad del coronavirus de superficies contaminadas a las manos o sea no existe evidencia de que el coronavirus se transfiera de superficies contaminadas a las manos, entonces por que la recomendación: aquí usamos la extrapolación: El virus de la influenza A que es un tipo diferente de virus, puede trasmitir el 31% de su carga viral luego de un contacto de 5 segundos, si asumimos intuitivamente que el coronavirus puede comportarse como el virus de la influenza A o peor, tiene sentido la recomendación de la desinfección de superficies inanimadas, pero que pasa si el coronavirus actúa como otro virus, el virus 3 de la parainfluenza que es apenas del 1,5%, en este caso sin haber una evidencia directa que sugiera que lo mismo ocurre con el coronavirus se indica seguir una recomendación que parece lógica, el extremar cuidado no va ha provocar daño y puede ofrecer un beneficio enorme. Pero que hace que las recomendaciones sean diferentes en escenarios similares, como lo que ocurrió con los antihipertensivos en donde se mantuvo una conducta que usando la lógica no parecería razonable, porqué cambio la recomendación.
Lás pérdidas que tendría que afrontar la industria farmacéutica al perder millones de usuarios serían incalculables. Podría ser que la balanza se incline por aspectos económicos?
Al parecer debemos tener evidencia suficiente de que una intervención farmacológica es peligrosa para la salud antes de desmontar un imperio comercial.
Volviendo con las manos, no existen estudios que describan la frecuencia en que las manos son contaminadas con coronavirus o la carga viral en las manos, sea luego de tocar a un paciente o tocar una superficie contaminada, no existen datos. Sin embargo por la observación de lo que puede ocurrir con otros virus la OMS recomienda la desinfección de áreas HOSPITALARIAS con agua y detergente seguido por cualquier solución desinfectante propia de un hospital sea alcohol, cloro o blanqueador.
En Taiwán la única medida sanitaria que disminuyó en forma significativa el contagio del personal de salud fue la colocación de estaciones para lavarse las manos en los departamentos de emergencia.
La información ambigua provoca miedo y el miedo es dinero, se han creado muchas industrias para la producción de una serie de dispositivos desde túneles de desinfección, lámparas de luz ultravioleta, dispositivos de ozono etc, sin tener una evidencia cierta de su beneficio. Nadie lo sabe, y probablemente sea mejor usarlos que no, pero no sabemos si realmente son beneficiosos y por lo menos, si vemos lo que ocurrió con los túneles, pueden ser contraproducentes.
Mi palabra QQ:.HH:.
ABRAXAS
BIBLIOGRAFIA:
- Braithwaite, R. S. (2020). EBM’s Six Dangerous Words. JAMA, 323(17).
- Iziah E Sama, Alice Ravera, Bernadet T Santema, et al. Fuente: European Heart Journal, Circulating plasma concentrations of angiotensin-converting enzyme 2 in men and women with heart failure and effects of renin–angiotensin–aldosterone inhibitors
- Virological assessment of hospitalized patients with COVID-2019. Wölfel R, Corman VM, Guggemos W, Seilmaier M, Zange S, Müller MA, Niemeyer D, Jones TC, Vollmar P, Rothe C, Hoelscher M, Bleicker T, Brünink S, Schneider J, Ehmann R, Zwirglmaier K, Drosten C, Wendtner C. Nature. 2020;
- Persistence of coronaviruses on inanimate surfaces and their inactivation with biocidal agents. Kampf G, Todt D, Pfaender S, Steinmann E. J Hosp Infect. 2020;104(3):246. Epub 2020 Feb 6.
Muy Bueno.
Un TAF