El propósito principal de este trazado es estudiar que parte de nuestro comportamiento (inteligencia, altruismo, agresividad, orientación sexual) tiene una base genética y que parte esta determinada por influencias ambientales. Otra es la de tratar de encontrar el hogar anatómico del libre albedrío.
El libre albedrío es la creencia de que los humanos tienen el poder de elegir y tomar sus propias decisiones, la capacidad de optar entre distintas alternativas que se nos ofrecen o de crear otras nuevas. Según este concepto nadie ni ninguna ley de la naturaleza puede torcer en principio nuestra voluntad.
Presento a continuación tres observaciones a favor de un determinismo biológico blando, pero determinismo al fin.
Primera, el tamaño del cerebro y su complejidad varían enormemente entre los vertebrados, pero no está claro cómo surgen estas diferencias.
Se ha descubierto cómo un pequeño cambio en una proteína llamada PTBP1 (proteína 1 de unión al tracto de polipirimidina) puede estimular la creación de neuronas y determinar la evolución del cerebro de los mamíferos, hasta haberse convertido en nuestro caso en el más grande y complejo entre los vertebrados.
Los seres humanos y las ranas, por ejemplo, han evolucionado por separado durante 350 millones de años y tienen habilidades cerebrales muy diferentes. Sin embargo, ambos utilizan un repertorio de genes notablemente similares para construir órganos en el cuerpo.
Entonces, ¿cómo un número similar de genes, que se conecta o desconecta de manera similar en diversas especies de vertebrados, genera órganos con tamaños y complejidad tan diversa?
La clave radica en un proceso conocido como empalme alternativo, por el que los productos génicos se ensamblan en proteínas, que son los componentes básicos de la vida.
Durante el empalme alternativo, los fragmentos de genes –llamados exones– se entremezclan para crear diferentes formas de proteínas.
Un pequeño cambio en una proteína puede estimular la creación de neuronas y determinar la evolución del cerebro de los mamíferos
La capacidad de razonar está limitada por la cantidad de neuronas que una especie posee y cómo funcionan ellas.
La diferencia entre el material genético de los humanos y el homínido más cercano, el chimpancé es de aproximadamente el 1%. Los genes expresados en el cerebro humano y el del chimpancé son prácticamente los mismos. Un chimpancé entrenado puede lograr al final de su vida lo que un humano logra alrededor de los 4 años, la diferencia está en las proteínas que sintetizan estos genes, los humanos han sido afortunados al no haber encontrado una especie con el 1% de material genético a su favor donde sus niños podrían comprender lo que las más claras mentes humanas no logran al final de sus vidas.
La razón es el don más preciado y depende del capital neurológico concebido como la cantidad de neuronas funcionales que un individuo posee. Y la capacidad de pensar y razonar permite a su vez entender el mundo, crear filosofía, ciencia, arte etc. Toda la civilización depende de una mutación, de un pequeño cambio en una proteína que estimuló la creación de neuronas y determinó la evolución de cerebro humano.
En segundo lugar, aparte de la capacidad de pensar, hay características instintivas que permiten sobrevivir a las especies, el instinto de reproducirse y de defenderse.
Históricamente todas las civilizaciones promueven las habilidades de reproducción y de defensa en sus poblaciones. Los habitantes más fuertes y sanos son necesarios para defender a la tribu y para proveerla de nuevos humanos necesarios para el trabajo. Conforme la tribu es más primitiva son más importantes estos valores y las transgresiones son severamente castigadas.
En consideración a la perpetuación del grupo se fomenta las relaciones reproductivas (heterosexuales), sin embargo, en civilizaciones más desarrolladas donde la mortalidad infantil se ha controlado y se vive en relativa paz, se acepta la diversidad en las preferencias sexuales.
Diversos tipos de estructuras familiares están permitidas, muchas de las cuales no tienen objetivos reproductivos y se las considera como preferencias o elecciones, pero existe evidencia de que no son elecciones, sino que son características que están impregnadas en el genoma.
Se ha identificado en estudios en homosexuales mutaciones en genes encontrados en el cromosoma X (trasmitido por la madre).
(El gen Xq28, en el brazo largo del cromosoma X y un gen en la región 7q36).
Es frecuente encontrar un tío materno homosexual, en las comunidades gay.
Los genes expresan diferentes proteínas que afectan al embrión al final del primer trimestre y dirigen la diferenciación de las gónadas en ovarios o testículos, estos a su vez liberan hormonas que imprimen el cerebro, los fetos femeninos liberan muy poca testosterona y desarrollan estructuras óseas femeninas y movimiento corporal, exhiben patrones de juegos de niñas, fluidez verbal, velocidad de percepción y diligencia, memoria asociativa y orientación sexual hacia los hombres.
Los fetos masculinos secretan testosterona que imprime el cerebro exhiben patrones de juego de niños, habilidad visual espacial, estructuras óseas y movimiento corporal, rango vocal, habilidad matemática y orientación sexual hacia mujeres.
Debido a que los genitales se diferencian en el primer trimestre y el cerebro se imprime al final de la mitad de la gestación, el cerebro fetal puede imprimirse diferentemente que los genitales.
Los niveles fluctuantes de hormonas durante el desarrollo fetal temprano confieren un dimorfismo sexual más como una variable continua dentro de un espectro que involucra lo masculino y lo femenino. Entonces el concepto binario de homosexual o heterosexual, masculino o femenino, representan el final del espectro, la gran mayoría de humanos se agrupan cerca los heterosexuales al final del espectro congruentes con su género, pero un porcentaje cae entre, a lo largo de los muchos puntos medios del espectro.
Se ha observado correlación entre la orientación sexual masculina y el tamaño de comisura anterior del cerebro.
Individuos transexuales de hombre a mujer, independientemente de su uso de hormonas, también tienen un cambio femenino con un menor volumen de la subdivisión central del núcleo del lecho de la estría terminal, una región típicamente más grande en los hombres y esencial para el comportamiento sexual.
Imágenes de resonancia magnética ponderada por difusión muestran diferencias generalizadas en la microestructura de la materia blanca de individuos transgénero comparada con controles congruentes con su género.
Una asimetría del cuerpo calloso se ha correlacionado con el exceso de testosterona fetal y comportamiento y cognición dimórficos. El cerebro masculinizado tiene un volumen de materia gris reducido en corteza cingulada anterior dorsal, la región de regulación emocional. En estudios funcionales del cerebro, hombres y mujeres homosexuales demuestran asimetría cerebral y las conexiones funcionales, fijadas por las hormonas prenatales, en patrones típicos del sexo opuesto.
Individuos transgénero de mujer a hombre, que no han recibido tratamiento hormonal expresan también cognición típica masculina y lateralización cerebral.
La evidencia muestra que tanto la orientación como la identidad sexual son características biológicas, estos rasgos dimórficos son características humanas inocentes, innatas, inmutables con un gran impacto cultural que puede resultar en una afección en la salud.
Finalmente, el sistema de defensa es un sistema innato que organiza respuestas defensivas típicas de especies cableadas para responder a las amenazas que amenazan la supervivencia. La activación del comportamiento defensivo comienza con una reacción de excitación que ocurre sin conciencia. El papel central lo tienen la amígdala y la corteza prefrontal media. La amígdala en central en el sistema de defensa del miedo.
La amígdala cerebral es importante para generar respuestas emocionales intensas, dota de un significado emocional cualquier situación que un individuo experimente.
La corteza prefrontal es importante en la cognición social y en la regulación de las emociones y el comportamiento.
El fracaso en la interconexión entre la amígdala y la corteza o la sobreexcitación de la amígdala conduce a una reacción automática.
Un comportamiento extremadamente violento puede ocurrir si hay niveles altos de testosterona sin importar el sexo o si el cortisol que es una hormona del estrés está elevado o en mujeres durante el periodo menstrual, todas estas fluctuaciones producen una mayor respuesta de la amígdala.
La amígdala también se afecta por el ambiente: el tumulto, el ruido la hacen hiper funcionar. Igual ocurre con el dolor o el cansancio. En estas condiciones también trabaja mal la corteza prefrontal.
La corteza prefrontal tiene que ver con la toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social en cada momento, si la corteza no trabaja bien o las interconexiones son inadecuadas el acto violento se ejecuta de manera automática.
En la vida fetal se producen cambios en los genes, si un feto está expuesto a altos niveles de hormonas de estrés a través de su madre porque ella vive en una situación amenazante, estas variaciones en el ambiente hormonal a que está sometido el feto activarán genes que harán que su amígdala en la vida adulta sea más irritable y tenga mayores niveles de hormonas de estrés y en consecuencia su comportamiento y sistema autónomo sean más activos y violentos, lo cual es útil si vive en Afganistán, pero que ocurre cuando cambia el medioambiente, el sistema hiperactivo reaccionará intensamente frente estímulos banales como una congestión de tránsito.
Otra estructura interesante es la corteza insular o ínsula que se activa cuando se consume alimentos descompuestos, provoca nausea, retortijones y activa la amígdala para provocar miedo y evitar el tóxico que puede ser mortal, pero la ínsula se activa también por actos o situaciones que son moralmente despreciables.
Entonces, se tiene un embrión que se desarrolla en un mar de cortisol porque su madre vive situaciones aterradoras, sus ancestros vienen de culturas en las que se valora el honor, la tradición, con historia de clases guerreras, violencia retributiva, venganzas de grupo etc. Lo que influye en los valores con los que lo educaron, lleva una vida expuesto a violencia y abuso, todo eso hace que su amígdala esté hipertrofiada y el cableado con la corteza prefrontal sea defectuoso.
La ínsula registra un comportamiento moralmente inaceptable, alerta a una amígdala hipertrófica e imprudente que es el centro del miedo.
La corteza prefrontal no ha terminado de desarrollarse porque el joven tiene menos de 25 años y el tránsito a la corteza está congestionado.
La amígdala rabiosa escupe espuma y la corteza prefrontal es incapaz de controlarla, entonces el acto violento se ejecuta por defecto y este joven termina asesinando a un profesor de historia por haber utilizado un comic del profeta para matizar una clase de libertad d expresión.
La corteza prefrontal es la parte del cerebro que tiene que llegar a tiempo con información a la amígdala para que se pueda considerar la conveniencia o no de una conducta. Es la parte del cerebro que tiene derecho a veto y acá es donde reside el libre albedrío.
Mi palabra
Abraxas
REFERENCIAS
- Humanos y chimpancés: un 1% de variación en el genoma marca grandes diferencias. Bio Ética. JULIO COLL, 7 DE MARZO DE 2006.
- PTBP1 mRNA isoforms and regulation of their translation. Arake de Tacca LM, et al. RNA, 2019 Oct. PMID 31263002.
- Katherine A. O’Hanlan, Jennifer C. Gordon, Mackenzie W. Sullivan. Biological origins of sexual orientation and gender identity: Impact on health. Gynecologic Oncology 149 (2018) 33-42.